El fundador y actual presidente del Hospice Buen Samaritano se refirió a sus comienzos en el Hospice, al impacto positivo de este tipo de cuidados sobre las personas que sufren y también habló de la importancia de los equipos interdisciplinarios. Fue en el marco de una entrevista realizada en el programa Sensaciones, en FM Radio Única 91.3.
Sensaciones es programa de radio que se dedica a compartir vivencias, valores y experiencia intentando vivir mejor cada día. “<No hay nada que hacer>, se dice mucho. Siempre hay algo que hacer. Es una de las grandes trampas de la medicina, reducir todo a un diagnóstico de una enfermedad que no se puede curar, pero el ser humano va mucho más allá de una enfermedad incurable, comenzó diciendo Matías.
“Siempre hay posibilidad de crecer, de dialogar, de dar un salto, de apertura dentro de la familia. Cuando no pasas a ese plano, te quedás lejos de las sanaciones que presenciamos. Las personas fallecen, pero igual son sanadas”.
Trabajar en los cuidados paliativos, especialmente en países como Argentina donde el sistema de salud en esta área a veces se encuentra poco desarrollado, muchas veces es visto como algo negativo, con una carga emocional insostenible. En relación a eso, le preguntaron: vos decís que es un privilegio, ¿cómo se da esa situación?
“La gente muchas veces asocia los cuidados paliativos y la muerte a lo negativo, porque nos cuesta hablar de estos temas. Sin embargo, es un privilegio estar al borde de la existencia de las personas, cuando necesitan ayuda. Podés ver cómo la gente se entrega, vive heroicamente el día a día. Ellos te enseñan a vivir mejor, a valorar la vida, a tomar perspectiva de lo esencial. También, es una responsabilidad porque es alguien que se está yendo de esta vida y no se puede improvisar, no puede irse anónimamente.”
Como constantemente reforzamos en el Hospice, el cuidado debe ser integral tanto a la persona que se encuentra en el final de su vida como a los seres querido que la acompañan. El cuidado, entonces, “se da en paralelo y al mismo tiempo, como una unidad de cuidado”, describe Matías, quien también se desarrolla como Jefe de Cuidados Paliativos del Hospital Austral. “Cada uno, a su manera, protagoniza ese momento de manera distinta y ambos deben ser acompañados. El paciente necesita saber lo que le pasa y que lo atiendas, pero está muy preocupado por lo que queda, por su familia. La familia, por su parte, necesita que su ser querido esté cuidado. El equipo tiene una gran responsabilidad de atender ambas necesidades.”
-Mencionás mucho el equipo. ¿Quiénes lo componen?
“El equipo está integrado, principalmente, por personas que quieren ayudar a otros en esta etapa de la vida. Por supuesto, con competencias, pero hay médicos, enfermeras, psicólogos, terapistas ocupacionales, trabajadores sociales y mucho más”.
También, Matías resaltó la especial e insustituible tarea de todas las personas voluntarias. “Personas que no son del área de la salud, que quieren dar su tiempo, su escucha, su presencia, con una mirada no sanitaria, pero muy humana. El voluntario trae la cotidianeidad al cuidado”.
-¿Cómo se dio la fundación del Hospice?
“El Hospice Buen Samaritano surge con el deseo de llevar este tipo de cuidados a todas las personas que lo necesitan. Buscamos poner en juego nuestra fe, cuidar a cada persona como lo cuidaría Jesús. No es un emprendimiento sanitario solamente, sino social y espiritual también. Más allá de lo que tengas o haya pasado, en el final de la vida, todos merecemos ser cuidados.
Para finalizar el dialogo, Matías destacó el resultado, lo que las personas se llevan una vez que son cuidadas humanamente en el final de su vida. “En general, cuando se brindó un acompañamiento integral, estando cerca, siendo veraz, eficiente en el alivio de los síntomas, lo que percibís es agradecimiento: en su mirada, en sus palabras, en sus gestos. El agradecimiento viene de la mano de la serenidad.”
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