Victoria Massuh, coordinadora general del Hospice Buen Samaritano, relata cómo la pandemia del COVID-19 impactó en el modelo de cuidado del Hospice.
A través del programa Hospice Misionero, visitamos a las personas en sus domicilios, lo que nos permite cuidar de los que sufren sin que ellos tengan la necesidad de abandonar sus hogares.
Cuando el cuidado debe intensificarse y siempre que la situación lo permita, el acompañamiento continúa en los Hospitales, en el marco del programa Hospice Hospitalario. Allí atendemos en el Hospital Larcade y el Hospital Sanguinetti, ubicados en San Miguel y Pilar, respectivamente. Finalmente, en la casa recibimos a quienes se encuentran en el final de su vida y no pueden sostener su cuidado en su casa.
Sin embargo, comienza diciendo Vicky, “con la llegada de la pandemia y el aislamiento obligatorio, salimos a buscar a las personas con enfermedades avanzadas a sus domicilios con mayor intensidad. La situación cambió y nosotros, para poder seguir cuidando, también teníamos que cambiar”.
“Los que nos necesitaban no podían llegar a nosotros, por eso fuimos nosotros los que salimos a buscarlos a ellos”. En efecto, durante el 2020, realizamos más de 800 visitas domiciliarias.
Al recibir los pacientes el cuidado que necesitan en sus domicilios, muchas veces recién llegan al Hospice para vivir sus últimas horas o días. Sobre esto, dice Vicky: “Algunas familias no pueden afrontar ese momento de la partida y nos delegan el cuidado en nuestra casa al final del camino. Pero, también, damos respuesta a aquellas personas que no tienen red de sostén y necesitan de la atención que brindamos en la casa para ser acompañados”.
Los cuidados paliativos integran muchas partes distintas de la persona humana, no solamente el aspecto médico. La familia, la escucha, el plano espiritual, la relación con uno mismo, la psicología, por nombrar solo algunos.
“El Hospice despliega su equipo completo en todas sus modalidades: en el consultorio, donde se conoce en general al paciente/huésped, estarán el médico, la enfermera y los voluntarios para recibirlo, conocerlo, evaluarlo y dar una primera respuesta a su necesidad.”
Continúa: “a partir de su ingreso en nuestro registro, se le asigna un voluntario para su seguimiento telefónico y, de ser necesario, se realizan las derivaciones a la trabajadora social o la psicóloga. En cuanto el paciente, lo visita en su domicilio una dupla de enfermeras y un voluntario sin descontinuar el seguimiento telefónico. Allí se acomoda el entorno, se capacita a la familia en la administración de la medicación y el cuidado, se hace control de síntomas, se alivia el dolor y se escucha las necesidades, tanto del paciente como de su familia. Incluso, se comparte un momento de oración si la familia lo pide”.
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